Autocaravanas, caravanas y cámpers: ¿en qué se diferencian?

El turismo itinerante se sostiene, aunque no exclusivamente, en vehículos recreativos como las caravanas y las autocaravanas segunda mano, que en fecha reciente han dado la bienvenida a un competidor inesperado: las furgonetas camperizadas. La popularidad de estas últimas, también llamadas cámpers, ha generado cierta confusión en la masa viajera, pese a las muchas diferencias que la separan de los anteriores vehículos.

Atendiendo a su definición, una autocaravana es un «vehículo con motor propio, acondicionado para hacer vida en él», según el DRAE, que omite la presencia de cocina, baño, salón y otros ambientes equipados para garantizar el bienestar a bordo.

El término cámper proviene del inglés camper van y está recogido en el Diccionario de Americanismos con una descripción idéntica al de ‘autocaravana’ del diccionario base. Cabe destacar que el «vehículo acondicionado» es, en este caso, una furgoneta, adaptada para el doble uso de viajar y habitar.

En el caso de caravana, su entrada en el DRAE abre una mayor brecha con respecto a la furgoneta cámper y la autocaravana, por su condición de vehículo «remolcado por un automóvil». Así, carece de unidad de potencia que lo propulse, si bien en todo lo demás está acondicionado para viajar y hacer vida en él.

Las dimensiones y el espacio disponible establecen otra diferencia significativa. De mayor a menor, las autocaravanas pueden alcanzar los ocho metros de longitud; las caravanas se sitúan entre los cuatro y los siete metros, y las furgonetas rondan los seis metros. Por su parte, las mini caravanas están en la frontera entre una caravana pequeña y un remolque común.

Estas medidas son relativas, pues varían dependiendo de la marca y el modelo, al punto de que una caravana puede superar en dimensiones a una autocaravana. Por ejemplo, la Averso de Bürstner empequeñece a una autocaravana perfilada como la Sun Living.