¿Qué tipos de piel existen y cuáles son sus características?

La piel de cada persona es única, pero dentro de su especificidad, es posible clasificar este órgano en función de su propensión a irritarse, segregar grasa en exceso o resecarse con facilidad.

 

¿Qué se entiende por una piel ‘normal’? Para cualquier dermatologo especialista en tratamientos cara en Vigo, las pieles convencionales se caracterizan por su firmeza e hidratación, porosidad media y escasa reactividad a las variaciones del clima. La rutina de cuidados admite un amplio espectro de productos y geles por la elevada tolerancia de esta piel al grueso de los ingredientes utilizados.

 

En contraste, una piel sensible presenta una tendencia a sobrerreaccionar a estímulos externos, perder su barrera protectora, irritarse y sufrir infecciones. El uso de hidratantes, cremas solares y cosméticos sin humectantes, ni otras sustancias agresivas para este tipo de epidermis.

 

Por su parte, las pieles escamosas son el resultado de una hipersensibilidad a factores como la radiación solar, la humedad, los alérgenos o la sequedad ambiental, entre otros factores. Las características de esta clase de pieles son similares a las secas, que muestran una apariencia de tirantez y aspereza. En ambos casos, se aconseja el uso de productos como las leches limpiadoras, aceites hidratantes, tónicos astringentes o cremas humectantes, preferentemente siguiendo las indicaciones de especialistas en dermatología.

 

Respecto a las pieles grasas —también llamadas oleosas—, estas adolecen de una actividad excesiva de las glándulas sebáceas, responsables de la sintetización del sebo. Las causas detrás de este fenómeno son diversas: desde los cambios hormonales hasta la predisposición genética. Sea cual sea su origen, la recomendación general consiste en adoptar buenos hábitos de higiene diaria y aplicar cremas y aceites ricos en activos seborreguladores y calmantes.

 

En último término, las pieles mixtas combinan las debilidades de los cutis secos y grasos, es decir, una tendencia hacia la descamación, la deshidratación y los excesos en la producción sebácea.